lunes, 23 de septiembre de 2013

Las Aceitunas

LAS ACEITUNAS

Título de Fernández de Moratín
Paso séptimo muy gracioso, en el cual se introducen las personas siguientes, compuesto por Lope de Rueda:
TORUVIO: simple, viejo
AGUEDA DE TORUEGANO: mujer de Toruvio
MENCIGüELA: hija de los anteriores
ALOJA: vecino.

TORUVIO.- ¡Válgame Dios y que tempestad ha hecho desde el resquebrajo del monte acá, que no parecía  sino que el cielo se quería hundir y las nubes venir abajo! Pues decidme ahora: ¿Qué nos tendrá aparejado de comer la señora de mi mujer? ¡Así mala rabia la mate! ¡Oídme! ¡Muchacha! ¡Mencigüela! ¡Si todos duermen en Zamora…..! ¿Águeda de Toruégano! ¡Oídme!

MENCIGUELA.- ¡Jesús padre! ¿Y habéisnos de quebrar las puertas?

TORUVIO.- ¡Mira que pico, mira que pico! ¿Y adónde esta vuestra madre, señora?

MENCIGUELA.- Allá está, en casa de la vecina, que le ha ido a ayudar a coser unas madejillas.

TORUVIO.- ¡Malas madejillas vengan por ella y por vos! ¡Andad y llamadla!

AGUEDA.- Ya, ya el de los misterios, ya viene de hacer una negra carguilla de leña, que no hay quien pueda con él.

TORUVIO.- Si, ¿carguilla de leña le parece a la señora? Juro al cielo de Dios que éramos yo y vuestro ahijado a cargarla y no podíamos.

AGUEDA.- Ya, noramala sea, marido. ¡Y que mojado que venís!

TORUVIO.- Vengo hecho una sopa de agua. Mujer, por vida  vuestra, que me deis algo que cenar.
AGUEDA.- ¿Yo que diablos os tengo de dar, si no tengo cosa ninguna?

MENCIGUELA- ¡Jesús padre, y que mojada que venía aquella leña!

TORUVIO.- Si después dirá tú madre  que es el alba.

AGUEDA.- Corre, muchacha; aderézale un par de huevos para que cene tu padre y hazle luego la cama. Yo os aseguro, marido, que nunca se os acordó de plantar aquel renuevo de aceitunas que rogué que plantáseis.

TORUVIO.- ¿Pues en que me he detenido si no en plantarle como me rogásteis?

AGUEDA.- Callad, marido. ¿Y dónde lo plantaste?

TORUVIO.- Allí junto a la higuera breval, adonde, si se os acuerda, os di un beso.

MENCIGUELA.- Padre, bien puede entrar a cenar, que ya esta aderezado todo.

AGUEDA.- Marido ¿no sabéis que he pensado? Que aquel renuevo de aceitunas que plantásteis hoy, que de aquí a seis años, llevará cuatro a cinco hanegas de aceitunas. Y que, poniendo  plantas acá y plantas acullá, de aquí a veinte y cinco o treinta años, tendréis un olivar hecho y derecho.

TORUVIO.- Eso es la verdad, mujer, que no puede dejar de ser lindo.

AGUEDA.- Mira, marido, ¿sabéis qué he pensado? Que yo cogeré el aceituna y vos la acarrearéis con el asnillo y Mencigüela la venderá en la plaza. Y mira muchacha, que te mando que no me des menos el celemín de a dos reales castellanos.

TORUVIO.- ¿Cómo a dos reales castellanos? ¿No veis que es cargo de conciencia y nos llevará al almotacén cada día la pena? Que basta pedir a catorce o quince dineros por  celemín.

AGUEDA.- Callad, marido, que es el veduño la casta de los de Córdoba.
TORUVIO.- Pues aunque sea  de la casta de los  de Córdoba, basta pedir lo que tengo dicho.

AGUEDA.-Ora no me quebréis la cabeza. Mira muchacha, que te mando que no las des menos el celemín de dos reales castellanos.

TORUVIO.- ¿Cómo a dos reales castellanos? Ven acá muchacha ¿a cómo has de pedir?

MENCIGUELA.- A  como  tú quisieres, padre.

TORUVIO.- A catorce o quince dineros.

MENCIGUELA.- Así lo haré, padre.

AGUEDA.- ¿Cómo “así lo haré, padre”? Ven acá, muchacha: ¿a cómo has de pedir?

MENCIGUELA.- A como mandares, madre.

AGUEDA.- A dos reales castellanos.

TORUVIO.- ¿Cómo a dos reales castellanos? Yo os  prometo que si no hacéis lo que yo os mando, que os tengo de dar más de doscientos correazos. ¿A cómo has de pedir?

MENCIGUELA.-  A como decís vos, padre.

TORUVIO.- A catorce o quince  dineros.

MENCIGUELA.-  Así lo haré padre.

AGUEDA.- ¿Cómo “así lo haré padre”? Toma, toma, hacer lo que yo os mando.

TORUVIO.- Dejad la muchacha.

MENCIGUELA.- ¡Ay, madre! ¡Ay, padre, que me mata!

ALOJA.- ¿Qué es ésto, vecinos? ¿Por que maltratáis así la muchacha?

AGUEDA.- ¡Ay señor! Este mal hombre que me quiere dar las cosas a menos precio y quiere echar a perder mi casa. ¡Unas aceitunas que son como nueces!

TORUVIO.- Yo juro a los huesos de mi linaje que no son ni aún como piñones.

AGUEDA.- ¡Si son!

TORUVIO.- ¡No son!

ALOJA.- Ora, señora vecina, hágame tamaño placer, entrad allá dentro, que yo lo averiguaré todo.

AGUEDA.- Averigüe señor vecino.

ALOJA.- Señor vecino, ¿Qué son de las aceitunas? Sacadlas acá fuera, que yo las compraré, aunque sean veinte hanegas.

TORUVIO.- Que no, señor que no es de esa manera que vuesa merced se piensa; que no están las aceitunas aquí en casa, sino en la heredad.

ALOJA.- Pues traedlas aquí, que yo os las compraré todas al precio que justo fuere.

MENCIGUELA.- A dos reales quiere mi madre que se venda el celemín

ALOJA.- Cara cosa es ésa.

TORUVIO.- ¿No le parece a vuestra merced?

MENCIGUELA.- Y  mi padre a quince dineros.

ALOJA.- Tenga yo una nuestra de ellas.

TORUVIO.- ¡Válgame Dios, señor! Vuestra merced no me quiere entender. Hoy he yo plantado un renuevo de aceitunas y dice mi mujer que de aquí a seis o siete años llevará cuatro o cinco hanegas de aceituna y que ella la cogería y que yo la acarrease y la muchacha la vendiese. Y que, a fuerza de derecho, había de pedir a dos reales por cada celemín. Yo que no, y ella, que si. Y sobre esto ha sido la cuestión.

ALOJA.- ¡Oh, qué graciosa cuestión! Nunca tal se ha visto. Las aceitunas no están plantadas y ha llevado la muchacha tarea sobre ellas.

MENCIGÜELA.- ¿Qué le parece, señor?

TORUVIO.- No llores, rapaza; la muchacha, señor, es como un oro. Ora andad, hija, y ponedme la mesa, que yo os prometo de hacer un sayuelo de las primeras aceitunas que se vendieren.

ALOJA.- Ora, andad, vecino; entraos allá dentro y tened paz con vuestra mujer.

TORUVIO.- Adiós, señor.

ALOJA.- Ora, por cierto, ¡qué cosas vemos en esta vida que ponen espanto! Las aceitunas no están plantadas, ya las habemos visto reñidas. Razón será que de fin a mi embajada.
                                                                       FIN


Que es el alba: Existía la locución: no es sino el alba, para responder a quien preguntaba algo de respuesta obvia. El personaje comenta esto porque espera que su mujer le interrogue sobre los motivos por los que viene la leña mojada, tras la tormenta.
Renuevo, plantel de nuevos árboles recién plantados
Breva: primer fruto de la higuera, árbol que en algunas variedades puede dar dos cosechas. Es mayor que el higo.
Hanegas: fanegas, medida de capacidad para áridos (granos, semillas de trigo, cebada etc) Se emplea en casi toda España y su equivalente en litros es de 55.2.
Celemín: medida de capacidad para áridos equivalente a 4.625 litros. Porción de grano que tiene esta medida.
Real: moneda española que valía la cuarta parte de una peseta, 2.5 céntimos.
Dineros: nombre dado a algunas monedas antiguas como el denario romano.
Almotacén: funcionario encargado del contraste de los pesos y medidas en el mercado.
Veduño: casta de las cepas.
Heredad: hacienda.

Sayuelo: falda, faldita.

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